Para hacer perdurar la tierra y, por tanto, estas y las siguientes generaciones humanas, es urgente emprender acciones que apuesten por reparar y balancear, en el mejor de los casos, el daño hecho a la naturaleza (y de paso a nosotros mismos).
Es por eso que en este tiempo es fundamental repensar nuestra responsabilidad y el impacto que generamos hacia el ambiente con perspectivas y acciones que permitan crear estrategias y compromisos efectivos a la hora de crear alternativas y soluciones.
Una de las áreas de mayor profundidad para revisar la ruta de la humanidad frente a la naturaleza es la ética ambiental que actualmente se conoce como una subdisciplina de la filosofía con enfoque integral en la sociedad y la economía. Conozcamos más de esto.
TABLA DE CONTENIDO
¿Qué es la ética ambiental?
La ética ambiental consiste en los principios educativos que permiten cultivar sentimientos, pensamientos y acciones con base en la razón y la justicia, de acuerdo con el sentido de solidaridad y responsabilidad humana en el uso del espacio y tiempo de los recursos naturales con los que contamos (1).
Esta perspectiva toma en cuenta los tres ámbitos principales de impacto: economía, ambiente y sociedad, y prioriza a las generaciones futuras. El objetivo es generar prosperidad y armonía mediante esta disciplina práctica en el cuidado de la naturaleza, y cuya calidad de vida ambiental alcanzable por todos depende de la educación de las generaciones presentes (1).
De ahí que nuestra responsabilidad consiste en tomar las riendas de esta perspectiva y transformarla en acciones específicas para el bien social, económico y ambiental de todos.
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En la ética ambiental se consideran diferentes factores, no sólo los temas sobre medio ambiente, sino también los ámbitos económico y social.
Características de la ética ambiental: origen y parámetros de ONGs
Como tal, su origen se remonta desde el siglo XVI con los primeros debates, reflexiones y publicaciones sobre el tema hasta llegar al ecologismo moderno en el siglo XX con la fundación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el establecimiento del decenio para el desarrollo por parte de la ONU (2).
Uno de los principales antecedentes es la creación del programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con el que se establece la coordinación internacional para atender el tema.
Como vemos, la historia de la ética ambiental está ligada con la educación ambiental, ya que a fin de cuentas la primera es una forma de educación para la sostenibilidad. En la Declaración de Tbilisi (1978) se establecen cinco categorías sobre el tema (1):
- Conciencia y sensibilidad acerca del medio ambiente y los retos en la materia.
- Conocimiento y comprensión del ambiente y sus desafíos.
- Actitudes de interés hacia el medio ambiente y motivación para mejorar o mantener la calidad ambiental.
- Técnicas para identificar los retos ambientales y contribuir en su solución.
- Participación en actividades que conduzcan a la resolución de este tipo de desafíos.
En la actualidad, estos puntos sirven de parámetros acerca del papel de las organizaciones no gubernamentales y su alcance en la responsabilidad ética para cooperar y crear valor respecto de la sostenibilidad como indicador de colaboración y gestión social.
De igual manera, estos principios tendrían que replicarse en cada caso: empresa, organización, comunidad, escuela, Estado, para crear nuevas formas de plantear el acercamiento con la naturaleza y la economía como sociedad desde la conciencia, la sensibilidad, el conocimiento y la comprensión que den paso a las actitudes, técnicas y participaciones de fondo para mejorar la vida ambiental de todas y todos.
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Importancia
Si te preguntas para qué sirve la ética ambiental podemos decir que nos permite ver el tema de los problemas ambientales desde una perspectiva más amplia que no sólo se limita a un tema de tecnología y técnicas, sino a una visión moral sobre la crisis que se vive de forma internacional (1).
Al considerar los principios y categorías de la ética ambiental se podrá entender la necesidad de participar mediante nuevos valores, actitudes y comportamientos que generen un compromiso renovado en la forma de crear, producir y consumir a todos los niveles.
No podemos evadir la responsabilidad frente a nosotros mismos ni mucho menos respecto de las generaciones que vienen, cuyas necesidades son igual de importantes que las nuestras.
En este sentido, la trascendencia radica en apostar por el desarrollo sin destrucción; es decir, no podemos seguir viendo a la protección del medio ambiente contrapuesta al crecimiento económico y al desarrollo social.
Por eso, el cambio debe venir de raíz para evitar reducir la base de recursos que sustenta el crecimiento económico (sin los cuales el desarrollo es imposible) o el aumento en los gastos constantes que sólo se van a reparar los daños que continuamente creamos (y no se trata de eso).
Por ello la ética ambiental debe tener también un enfoque práctico de difusión y promoción de acciones que permitan apostar por un mejor estado de las cosas, desde la conciencia hasta la participación razonada de las comunidades y entidades que participan.
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Acciones para promover la ética ambiental
Todas las actividades deben tomar en cuenta a los diferentes sectores desde los cuales se puede generar un cambio específico, ya que conllevarán distintas estrategias y responsabilidades: grupos comunitarios, funcionarios públicos, empresas, industrias, ciudadanos en general, universidades, científicos, entre otros (1).
En este sentido, debe haber un diagnóstico a nivel de la situación para adoptar esta perspectiva, además de planificar y coordinar las actividades que permitan tomar conciencia sobre la ética ambiental.
Uno de los principales pilares es la educación sobre el tema para trabajar en la identificación y desarrollo de habilidades y valores a nivel social, emocional e intelectual de las comunidades (3).
Los principales valores y acciones en términos ambientales son (3):
- Aprecio y respeto por el entorno.
- Valoración y cuidado del planeta.
- Capacidad de conservar los recursos naturales.
- Responsabilidad a través de comportamientos, conductas y hábitos de consumo.
- Sensibilización respecto de la convivencia equilibrada y armoniosa entre los humanos y la naturaleza.
- Participación, colaboración y ayuda en campañas ambientales.
Otras más específicas son: cuidar el agua, usar más el transporte público o dar caminatas y paseos en bicicleta (según lo permita la distancia), reutilizar y restaurar antes que consumir, reciclar papel, reducir el uso de bolsas de plástico, apagar la luz donde no se ocupe, tratar a animales y plantas con respeto, adquirir alimentos de temporada, comprar lo esencial, entre otras acciones que respaldan el cuidado permanente y amoroso del planeta (4).
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Si todas y todos participamos del cambio generaremos mejores estrategias de cara
a la renovación de la sociedad y la economía para el bien del medio ambiente y el planeta.
Recuerda que la ética ambiental es la ética por la tierra. Apostemos a la creación de sociedades sostenibles con justicia para todos: a nivel global, local y entre generaciones para construir el futuro común que deseamos, desde hoy.
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Referencias
- Henk A.M. Ética ambiental y políticas internacionales. UNESCO, 2010. Consultado el 31 de octubre de 2022.
- Carolina Guzmán. ¿Qué es la ética ambiental? CEUPE, 2021. Consultado el 31 de octubre de 2022.
- Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. ¡Fomentemos valores ambientales! Gobierno de México, 2019. Consultado el 31 de octubre de 2022.
- Fundación Aquae. Educación ambiental: 10 pasos para cuidar el planeta. Fundación Aquae, 2021. Consultado el 31 de octubre de 2022.
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